Jesús, el sarcasmo y la ironía

Lucía tiene la culpa de este texto. La verdad es que yo estaba muy tranquilo por ahí (en el teléfono móvil), haciendo scroll down en Twitter, cuando me encontré con un trino que me llamó la atención al instante. Lu (así le decimos los cercanos, o por lo menos yo), decía que el sarcasmo no tiene cabida en la vida de un cristiano. El problema era que yo estaba seguro de que no podía ser así.

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El sarcasmo, ¿en la literatura cristiana?

Instantáneamente pensé en dos de los más reconocidos pensadores cristianos y apologistas de los que tenga memoria: G. K. Chesterton y C. S. Lewis. Los dos comparten la característica de ser ingleses y por supuesto, como escritores de esa cultura, tienen la hermosas habilidad de utilizar lo que yo creía que eran agudos sarcasmos en sus escritos. Para que se hagan una idea, les voy a dejar un ejemplo de un texto de Lewis. Uno liviano, porque tiene algunos más fuertes. Pero me quedé con este porque lo dirige precisamente hacia intelectuales (o los que así se pretenden):

Sé que alguno me preguntaría: «¿De verdad te propones, en la época en que estamos, reintroducir a nuestro viejo amigo el demonio, con sus pezuñas y sus cuernos?». Bueno, no sé qué tiene que ver con ello la época en la que estamos. Y no soy partidario de los cuernos y las pezuñas. Pero en otros aspectos mi respuesta es «Sí». No pretendo saber nada acerca de su apariencia personal. Si alguien quiere conocerlo mejor, yo le diría: «No te preocupes. Si de verdad lo quieres, lo harás. Pero si te gustará o no, ésa es otra cuestión».

C. S. LEwis en su libro mero cristianismo.

La respuesta de Lu me pareció más bien fuerte, pero me gustó. Es una de esas frases que necesita escuchar la iglesia de esta época: «Lo importante es que no seguimos a Lewis, seguimos a Cristo». Como me había pasado la predicación que le inspiró el tweet, me di a la tarea de escucharla completa. Y pues después de eso le respondí con todo el gusto de mi carne lo mismo que me había dicho. «Y como me decías ayer, te la repito: seguimos a Jesús, no a Benjamín». (Me estoy riendo mientras escribo esto). ¿Qué dice de esto Jesús?

G. K.  Chesterton escritor cristiano libros cristianos Bogotá
G. K. Chesterton.

Definición de sarcasmo

Pero primero definamos lo que significa. No vaya a ser que lleguemos al final del texto sin habernos entendido. El sarcasmo es una figura literaria por la que se busca expresar una idea contraria a lo que se está diciendo y que generalmente es agresiva, su mordacidad y su tono burlesco, tiene la intención de ofender. Así que, Lu: tienes razón. El sarcasmo no puede venir de un corazón que tiene a Dios en su vida. Pero ¿qué hacemos con Lewis y su «Bueno, no sé qué tiene que ver con ello la época en la que estamos»? Esta es otra posibilidad de la expresión humana: la ironía.

Jesús y la ironía

¿Habló Jesús de la ironía? No lo hizo directamente pero la usó y el texto sobre el que más trataban sus discusiones, tiene muchos ejemplos de esta figura literaria:

Expongan el caso de sus ídolos —dice el Señor—. Que demuestren lo que pueden hacer —dice el rey de Israel—. Que intenten decirnos lo que sucedió hace mucho tiempo, para que podamos examinar las pruebas. O que nos digan lo que nos depara el futuro, para que podamos saber lo que sucederá. Sí, dígannos lo que ocurrirá en los próximos días. Entonces sabremos que ustedes son dioses. ¡Por lo menos hagan algo, bueno o malo! Hagan algo que nos asombre y nos atemorice.

Is. 41:21-23, NTV

Así se refiere Dios a los ídolos de los israelitas. Bien crudo, qué potentes frases hila Isaías en esos versos. Una delicia a los ojos… Pero no quisiera ser yo a quien se las dirijan. Ni Job en el caso que sigue:

¿Has comprendido la extensión de la tierra? Dímelo, si tú sabes todo esto.¿Dónde está el camino a la morada de la luz? Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar, para que la lleves a su territorio, y para que disciernas los senderos de su casa? ¡Tú lo sabes, porque entonces ya habías nacido, y grande es el número de tus días!

jOB 38:18-21, LBLA

Lo que suelo pensar cuando me enfrento a textos como estos, con una ironía tan potente, es en el amor. A veces, los padres de familia lo saben mejor, tiene unas caras que no nos parecen tan bonitas, pero que son más apropiadas para amar que las que tenemos por favoritas.

La disputa con los doctores en el Templo
VERONÉS, PAOLO

Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
La disputa con los doctores en el Templo
VERONÉS, PAOLO
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

El Jesús irónico

La Biblia tiene mucha ironía dentro de sus páginas. Los escritores de los textos bíblicos no escapaban al estilo de humor de su contexto y sabían expresarlo. Nuestra lectura suele perder esos detalles que no solo le agregan sabor a los textos, sino que además le aportan el carácter de realidad. Algunos incluso han apuntado a descubrir a Jesús haciendo sarcasmo en Jn. 3:10, pero yo no puedo ver nada más allá de una ironía. ¿Qué dicen ustedes?

—Tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas? —respondió Jesús—.

Jn. 3:10, nvi

La ironía es evidente. El maestro le está diciendo, lo entendí después de leer un libro de César Vidal, que él debería poder remitirse al texto en Ez. 36:25-27: «Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes». Lo exhorta, lo despierta con una expresión fuerte, pero no lo lastima.

Y así lo encontramos en las demás expresiones de ironía que tiene en los evangelios: «No cabe que un profeta muera de Jerusalén», (Lc. 13:33), una potente idea sobre la ‘ciudad santa’; «Yo les he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?» (Jn. 10:32), ¡Dios!, me conmueve la belleza en las expresiones de Jesús; «¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre?» (Mt. 12:3), diciéndole a maestros de la ley que si no han leído un texto bíblico. Este señor Jesús es un «capo».

Jesús en la cruz, vitral. Libros Cristianos en Bogotá.
Photo by Vladimir Soares on Unsplash

La regla es la misma de todo: el amor. La diferencia entre la sátira, la ironía y el sarcasmo, es que el último tiene el propósito de ofender, de lastimar. Y pues ese propósito como cristianos no nos cabe. El reto es para mí, en mis redes sociales y en mis textos, ¿cómo aprovechar la riqueza de la expresión sin lastimar? Las palabras de Álex Sampedro me resuenan en la cabeza: «Se atacan las ideas, no a las personas». Porque las ideas, definitivamente, tenemos que atacarlas, estamos aquí para instaurar el reino.

¿Qué opinan ustedes? ¿Creen que el sarcasmo cabe en la vida de un creyente? Si quieren disentir, los voy a leer con mucho más gusto, (y no estoy haciendo uso de ironía).